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ESTRELLA BENAVIDES: «Nómbrame siempre como rosa»

RESCATAMOS UN ARTÍCULO PUBLICADO EN LA COLUMNA QUE ESTRELLA BENAVIDES TENÍA EN NUESTRO PERIÓDICO DE «EL PESPUNTE». ¡SIEMPRE TE RECORDAREMOS ESTRELLA!

Mi alma tiene gran tristeza ¡vecina! Me dijo ayer tarde una golondrina.

“Todas las estrellas se van a apagar”… Dios está dormido, y en el encinar vi, una estrella roja toda temblorosa, que deshojaba como enorme rosa.

Eran esas palabras de Federico García Lorca, las que desde hacia algún tiempo sentía en su corazón; pero allí estaba ella, por primera vez en el aeropuerto para coger un vuelo, cuando pensaba que su rosa se estaba deshojando por los años ya vividos.

El reloj tic tac, tic tac; gastaba las manillas mirándolo una y otra vez; era algo nuevo ¡volar! Tenía una mezcla de miedo e ilusiones, que penetraban dentro de su ser, como chispa de carga eléctrica, llena de luz y vida nueva.

Aconteció sin que nunca pudiera imaginar, que volaría tan alto, pero de verdad.

Incertidumbre de tantas horas esperando a encontrarse con sus ojos, que llegara el momento deseado y a la vez con miedos, que en su anhelo a veces veía imposible, ya que el tiempo se encargo, de que llegara un poco tarde, a sentir y conocer nuevas inquietudes, de ilusiones y esperanzas en el AMOR.

El reloj seguía moviendo sus manillas, los minutos y la espera, eran en su corazón otro reloj que latía deprisa con palpitaciones descompensadas, que le trasmitía a su cerebro.

No llegaba nadie, y se encontraba de nuevo sola, como tantas veces en soledad; ¿estaría confundiendo razones? Pensaba que si tuviera que volar sola como tantas veces en su imaginación, su corazón no resistiría y se rompería en mil pedazos por tan loca decisión.

Cogió un lápiz y un papel y empezó a escribir:

¡Si quisieras darme la mano desde la profunda semilla!

Olvidar las voces endurecidas de daños carniceros.

 

El orden del vuelo contigo me golpea las sienes,

Veo mi ser antiguo, servidor de los campos de trigo que florecen,

Sin embargo, quiero olvidar los látigos y martillos que me dio la vida:

Olvidar los látigos que me han hecho gemir, perdiendo mi voz dulce.

 

Siempre te espere, y el fulgor que brilla en mi corazón,

Es como un palacio lleno de vida, y haces que vea el odio ya, sin estatuas malignas: Así en la luz, no solo es una sangre sino las aguas cristalinas de la vida, llenando un cielo de colores, que nunca espere sin ti.

 

¡Oh gran herida que aun queda!

Amor, tal vez amor indeciso, e inseguro: yo deshoje las estrellas con mis dedos,

Que escribían la enloquecida llama solitaria de celos, estrellando el AMOR.

 

En casa vi. sombras, rostros que cantaban

Y detenían mi jazmín blanco y su transparencia.

 

¡Nómbrame siempre como Rosa!

Aunque sea azucena quemada:

Porque en ti se vuelven a levantar mis sueños.

Creciendo, volando, como levaduras de panes blandos.

¡Que no desgarren nuestros nombres en el invierno!

¡Nómbrame siempre como Rosa!

Que yo quiero dormir entre tus ojos.

Porque solo nos salvara el destino de una Estrella.

 

Llegó, le puso la mano en el hombro, y volvió la vida.

Gozaba del amor, y había un mañana.

Se paró el tic tac del reloj: aunque el tic tac de su corazón.

Corría y corría diciendo:

¡Nómbrame siempre rosa! Amor

Estrella Benavides

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